El empresario Diego La Torre explica en su columna cómo nuestros compatriotas pueden ser los mejores representantes de nuestro país en el mundo.
Los Chicago Boys que ayudaron a modernizar la economía chilena en los años ochenta explican solo la mitad del modelo exitoso de la otrora capitanía del virreinato español. Los gobiernos chilenos recientes han puesto mucho énfasis en la educación, la tecnología y la lucha contra la corrupción. El ingreso per cápita se ha duplicado desde 1990 y la pobreza está debajo del 15%.
El año pasado tuve la oportunidad de conocer brevemente en un almuerzo organizado por la Universidad de Georgetown a Arturo Valenzuela, prestigioso académico chileno-estadounidense, meses antes de ser nombrado asesor del presidente Obama en asuntos latinoamericanos. Durante la conversación, tocamos el tema de la importancia de la institucionalidad y del rol de los académicos y expatriados latinoamericanos en el desarrollo de nuestros países.
De inmediato, percibí cómo este brillante intelectual era un embajador informal extraordinario del Chile democrático y moderno. De manera serena y persuasiva, destacaba los aspectos positivos de la sociedad chilena, en particular, la consolidación de sus prácticas democráticas y los avances en educación.
Cuando compruebo que en gran parte de las recientes publicaciones e investigaciones sobre política internacional editadas en el hemisferio norte se destaca a Chile como ejemplo a seguir, me pregunto si esto no se debe también a la labor silenciosa, persistente y optimista de los embajadores académicos de Chile en las mejores universidades del mundo.
Un ejemplo elocuente es el libro “Second World”, de Parag Khanna, que afirma: “De toda Latinoamérica, Chile es el único país con posibilidades de convertirse en uno del Primer Mundo en un futuro cercano”. Cuando se refiere a Latinoamérica no se menciona prácticamente para nada al Perú. Esta omisión me pareció poco adecuada, por decir lo menos, dados los logros que hemos tenido como el grado de inversión, la importante reducción de la pobreza y nuestra exitosa y dinámica inserción en la economía mundial.
Por eso quisiera decir a todos los peruanos que estudian en el extranjero o que son catedráticos en universidades del Primer Mundo que estén alertas y promuevan los avances que nuestro país ha tenido.
Dejemos de monofocalizar nuestras tesis de investigación y temas de conversación sobre los aspectos negativos de nuestro país, sino más bien hagamos como los Chicago y Georgetown Boys chilenos, que promueven e investigan sobre cómo lograron que su país adopte modelos económicos y políticos del Primer Mundo o cómo desarrollaron esa gran innovación que fue el sistema privado de pensiones. Esto lo llamaría nuestro Torre Tagle académico.
Si lo hacen, omisiones como la del libro de Khanna no sucederán en el futuro. Señor Khanna, el Perú será en 7 años como Chile; en 17, como Portugal; y en 27, como España.
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