12.4.10

José Alalú, el vicealcalde peruano de Jerusalén

“Pepe” se fue a Israel en 1967 para perseguir el sueño de ayudar en la construcción de ese país. Hoy es un prominente político, pero no ha olvidado sus raíces peruanas.


Si algo me queda claro luego de las casi dos horas de conversación con el teniente alcalde de Jerusalén, es que pese a su aspecto de profeta y su pronunciada barba bíblica, José “Pepe” Alalú, de 65 años, no ha perdido un ápice de su esencia peruana.

Alalú partió a Israel en 1967 para enrolarse como voluntario en la Guerra de los Seis Días. Llegó cuando el conflicto había terminado y el dominio israelí era total sobre las posiciones árabes. Lo mandaron a un kibutz, aquellas comunidades rurales basadas en la ayuda mutua. Allí Alalú sembró papas durante un año.

Volvió al Perú para terminar su carrera en la Universidad Nacional de Ingeniería, y ya en 1970 se fue definitivamente a Israel. Llegó a la ciudad de Arad, en la sureña zona desértica del país. Allí conoció a su esposa Rosa, una sueca con la que al comienzo solo se comunicaba como podía. Hoy tienen tres hijos y cuatro nietos. “Soy un peruano, y eso nunca lo negaré, pero también soy un judío, un israelí que nació en Lima, lugar donde se crio y fue bien tratado. Estudié en el colegio San Andrés y mi tesis en la UNI fue sobre la electrificación de los pueblos jóvenes, algo que después hice en los barrios árabes de Jerusalén”, cuenta Alalú.

“En los años setenta aparece en Israel un movimiento social llamado las Panteras Negras, en representación de los judíos sefardíes, es decir, los que llegan desde el oriente bajo otras condiciones de vida, muy diferentes a la comodidad de los judíos occidentales. Los orientales estaban más oprimidos, eran boicoteados en las universidades y vivían en barrios pobres. Allí, como un representante de la nueva izquierda, me involucro en apoyo de esta causa e incluso voy a la cárcel”, recuerda.

EL MUNICIPIO DE JERUSALÉN
El partido Meretz (energía en hebreo) es un movimiento de la llamada nueva izquierda e impulsa un acuerdo con los palestinos. Hace once años, Pepe Alalú, uno de los conspicuos miembros de Meretz entró al municipio como concejal, desde hace un año es vicealcalde de Jerusalén.

Jerusalén es básicamente una ciudad pobre, la segunda más pobre de Israel. Tiene 780 mil habitantes, de los cuales 280 mil son árabe-palestinos, 150 mil son ultrarreligiosos judíos, 150 mil judíos tradicionales y 200 mil laicos.

“Uno de los problemas que causan la pobreza en Jerusalén es que los religiosos ultraortodoxos judíos, así como los palestinos, por su cultura y costumbres, tienen un promedio de 10 hijos”.

“En el caso de los religiosos judíos el hombre no trabaja porque se dedica a estudiar la Torá y es la mujer la que sale a laborar para buscar el sustento. El caso de los palestinos es similar, pero allí la mujer es la que se queda en casa. Entonces estos grupos tienen exoneraciones en el pago de impuestos, si tienen 3 hijos pagan menos, si tienen 5, 10 ya ni pagan y no hay ingresos para la municipalidad”, señala Alalú.

EL TEMA CON LOS PALESTINOS
Parte del trabajo de Alalú en la Municipalidad de Jerusalén es hacerle seguimiento al sector cultural —hay tres mil jóvenes que estudian bellas artes en la ciudad— y encargarse del tema de la educación de los árabes.

“No cabe duda de que hay diferencias en la educación con los judíos. Los ultrarreligiosos tienen un tipo de educación, los judíos tienen la educación nacional y los árabes otra de menor calidad”, sostiene.

Los palestinos que están en Jerusalén Oriental son considerados residentes que no tienen derecho a votar en las elecciones para primer ministro o al Knesset (Congreso), pero sí a la municipalidad. “No lo hacen porque eso significaría reconocer la ocupación. Si votaran, podría ocurrir un cambio”.

COLONIAS EN JERUSALÉN ESTE
“Mi relación con los árabes siempre ha sido buena porque desde que era concejal trataba los temas de su interés. Antes iban a la municipalidad para quejarse por las destrucciones de sus casas o preguntaban por los impuestos. Hoy en día la mayoría que viene a hablar conmigo por el tema de educación, quieren una escuelita en el barrio o que se les brinde computadoras, etc.”.

Pepe cree que en el actual conflicto israelí-palestino hay mucha gente interesada en convertirlo en un problema religioso. También cree que hay solución, aunque están en una etapa de desconfianza mutua. Por eso considera que la construcción de asentamientos judíos en la parte árabe de Jerusalén es un obstáculo para la paz. “Estoy en contra de cada casa que se construye. Esto ha sido una falla del gobierno de Benjamin Netanyahu”.

“Me es difícil imaginar el futuro. Este y el próximo año serán decisivos para llegar a un acuerdo. O es una catástrofe o se llega a un acuerdo. Antes que nada soy un pacifista. No estoy dispuesto a morir por Jerusalén, yo estoy dispuesto a vivir por Jerusalén”, afirma.

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