Axl Rose y Ron ‘Bumblefoot’ Thal tuvieron gestos con los que terminaron de hacer que el público vibre en su presentación.
Mientras las notas de “Madagascar” se disolvían en el aire, Axl Rose hizo aquello que era más que necesario para terminar de amistarse con el público peruano, meterlo en sus bolsillos y que las 30 mil personas que copaban la explanada del Monumental lo adopten como hijo predilecto: tomó una bandera del Perú que había llegado hasta él como un regalo y la desplegó para, luego, envolverse en ella.
Y su gesto fue recibido con el cariño de la gente que necesitaba sentirlo cerca. Al envolverse en la bandera, el hombre de 48 años, que había cambiado de ropa más de cinco veces y había sometido su cuerpo a un trote tremendo por más de una hora, encontró cobijo en los aplausos y los gritos de la gente que coreaba “Perú, Perú”.
Pero esa no fue la única manera en la que Guns N’ Roses decidió sorprendernos. Apenas dos canciones después, y luego de hacer que las parejas se unan y los solitarios recuerden con “Patience”, Ron ‘Bumblefoot’ Thal se paró solo a un costado del escenario y empezó a tocar en su guitarra eléctrica, una versión de nuestro Himno Nacional que fue seguida por un coro de gente emocionada a rabiar que le agradecía el gesto con un aplauso tan unánime como desaforado.
Fue justo antes de “Paradise City”, justo antes de decir adiós. Exactamente en el espacio en que cada uno de los que estuvieron ahí sintieron que el concierto era suyo, solo suyo. (Ángel Hugo Pilares / El Comercio)
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